La pandemia del coronavirus ha sido “algo menos profunda” que la previsión de junio del Fondo Monetario, una vez terminados los registros de actividad certificados en el segundo trimestre del año, y tras la congelación económica a causa del Covid-19 la cual se instauró en la gran mayoría de países del planeta. Con síntomas de reactivación entre junio y septiembre.
Por otro lado, la segunda oleada de contagios deja un “incierto despegue” de la actividad y muchas preguntas que necesitan urgentemente solución, se debe evitar a toda costa que la crisis sanitaria y la económica se expandan también a la arquitectura financiera internacional. La vuelta a la normalidad en estos tres frentes -que deben impulsar los flujos comerciales y de inversión- demanda “acciones concertadas globales” y agendas reformistas nacionales hacia la sostenibilidad y la digitalización
La lucha contra la pandemia del Covid-19 -en todas sus formas, sanitaria, económica y social- necesita soluciones nacionales; además de una estrategia enfocada e internacional. Debido a que la Gran Pandemia, desde que llegó a finales del pasado mes de febrero, la recesión de mayor impacto y, geográficamente, la más extensa -afecta a más del 95% del planeta- había manifestado “el comienzo de la recuperación, a una velocidad, incluso, superior a las estimaciones” -el pasado mes de junio- cuando se comenzó a abrir las economías a finales de abril y el inicio de mayo, explicaba Gita Gopinath, economista jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI) en el prólogo del World Economic Outlook (WEO) de otoño de esta institución multilateral. El análisis semestral del FMI reitera en este mensaje de carácter optimista -casi el único del informe- el retorno al crecimiento de China, “por encima de lo esperado” y los signos de “un mayor y más rápido dinamismo” en el tercer trimestre en la economía global.

A través de diversos programas fiscales, impulsos monetarios y leyes regulatorias de gobiernos y bancos centrales que mantuvieron las rentas disponibles de familias, defendieron y salvaron el cash-flow de empresas y apoyaron las provisiones de crédito. En unas cotas “muy por encima de las suministradas tras el credit crunch de 2008-09”. Aunque la segunda oleada de contagios, que está se está notando fuertemente en Europa y otras zonas como India, los diferentes ritmos de despegue y las grandes incertidumbres sobre el comienzo del ciclo de negocios post-Covid, han enterrado los primeros brotes verdes. Hasta el punto de que la nueva predicción del Fondo habla de una contracción del PIB global del 4,4% este año y de un repunte del 5,2% en 2021. Frente a los números rojos del 3% (2020) y negros, del 5,8% de abril, revisados modestamente en junio. Es decir, que la recesión, puede no ser tan grave como se esperaba, pero sin embargo, será profunda, y la reactivación, el próximo ejercicio, menos intensa.
Las discrepancias, en este sentido, traen similitudes entre las potencias industrializadas, que se sufrirán un receso del 5,8% en 2020, para crecer alrededor de un 3,9%- el próximo año, y el espacio emergente, cuya contracción será algo menos, del 3,3% con un aumento del 6% en 2021, además, en tasas cercanas a su capacidad productiva. Es decir, que, en esta Pandemia, a diferencia del tsunami financiero de 2008, no llegaremos al decoupling o decalaje de crecimiento entre los ciclos económicos de ambos bloques. Entre las primeras se sitúa, Reino Unido, con una caída del 9,8% y luego le sigue la zona del euro, con una caída del 8,3% se posicionan entre las mayores recesiones del PIB de las naciones de rentas altas. Descensos cercanos a los dobles dígitos que contrastan con los retrocesos de EEUU (un 4,3%) y de Japón, con un 5,3%.
Por otro lado, los expertos del FMI afirman que la salida de la recesión de China ya este mismo ejercicio (un alza del 1,9% hasta lograr una velocidad de crucero del 8,2% en 2021), el desplome de India (con una caída del 10,3%, aunque con un gran despegue el próximo año, del 8,8%), de México (con una caída del 9% de contracción este ejercicio) o de Sudáfrica (del 8%). A los que hay que sumar los números rojos de Rusia (4,1%), Brasil (5,8%) y Arabia Saudí, del 5,4%. Sin atisbos de alcanzar sus ritmos económicos del pasado reciente. De hecho -explica el WEO- “los mercados emergentes, con la excepción de China, tendrán una pérdida de producción en el transcurso de ambos ejercicios (2020 y 2021), en relación a los años anteriores a la pandemia y en comparación con el PIB de las potencias industrializadas”. Situación que veremos reflejada en una mayor brecha en los niveles de las rentas, que se agrandará y revertirá la convergencia lograda desde el final de la crisis de 2008.

La directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, en su discurso previo al inicio de la cumbre en Washington, en una conferencia en la London School of Economics, constató la situación actual que está viviendo el mundo entero. A su parecer, la economía global muestra una situación “menos grave” que el mostrado en junio, en el dónde se puede ver que la actividad “está de vuelta de la honda recesión”, pero esta “calamidad” sanitaria y económica “está lejos de superarse”. Los países -enfatizó- “se enfrentan a lo que se podría llamar una larga cadenas de dificultades e incertidumbres, de alta complejidad, y a situaciones propensas al retroceso”. A pesar de los 12 billones de dólares de apoyos fiscales y de los inusuales programas de estímulo monetario de los bancos centrales, incluidos el BCE y la Reserva Federal, que han hecho más leves los enormes daños colaterales de la pandemia sobre la economía mundial. Georgieva hizo un llamamiento a la comunidad internacional a cooperar. Porque las ayudas a la recuperación podrían revertirse si se detuviese el acceso a mayores garantías, más crédito concesional y sin una política consensuada para revitalizar la deuda. “En algunas situaciones, resulta conveniente una coordinación global para reestructurar deudas soberanas, con la participación plena de acreedores públicos y privados”, indicó.
Agendas de reformas estructurales
Para poder salir de esta depresión económica “vamos a necesitar la habilidad de las políticas nacionales para la adecuada gestión del repunte de la actividad a corto plazo y de la sabiduría por aprovechar las oportunidades a medio plazo”, afirma Gopinath. Aunque, y muy importante, el vigor y la sostenibilidad del ciclo de negocios “exigirá una poderosa acción concertada internacional, tanto en el orden sanitario, como en el económico, comercial y financiero”. En su opinión, “el acierto en los diseños de políticas correctas, en el conjunto de reformas e iniciativas precisas, es imperioso, aunque la experiencia de los últimos meses no refleja precisamente un escenario optimista”. La máxima responsable del centro de análisis del FMI cree que es un “aspecto clave” para luchar contra la epidemia desde la órbita sanitaria. “Fortalecer la innovación y la experimentación tanto de tratamientos como de vacunas, de modo que se pueda producir y comercializar a escala global, en beneficio de todos los países”, un objetivo que también exige de “un esfuerzo concertado internacional” y unos precios competitivos. La acción del conjunto de los países para dotar de equipos, know-how y ayudas financieras a los procesos de investigación biomédica en marcha a través de la red de organismos sanitarios multilaterales es primordial para acabar con el coronavirus, señala Gopinath.
A los gobiernos, el WEO les insta a continuar respondiendo con iniciativas fiscales variadas, que eviten pérdidas masivas de poder adquisitivo de familias, garantías crediticias a empresas y contramedidas que incentiven la expansión de la asistencia sanitaria capaces de prevenir la ola de quiebras de compañías mediante inyecciones de liquidez que contribuyan a impulsar el nivel de empleo. En tasas por debajo del escenario previo a la pandemia y con millones de puestos de trabajo en riesgo. En este sentido, para “preservar la ocupación, sería pertinente el respaldo de moratorias en los servicios de deuda de las sociedades mercantiles, con objeto de recolocar las fuerzas laborales en los sectores más perjudicados” por la Gran Pandemia. Y, una vez establecida la recuperación, ayudar el cambio de industrias en peligro, como el turismo, hacia el e-commerce, en creciente dinamismo. Durante los próximos meses, y hasta lograr estabilizar los negocios, los trabajadores necesitarán ayudas, incluidas transferencias de rentas, y crear planes de formación profesional, afirma el FMI. Los gobiernos tendrán que buscar márgenes de subsidios con objeto de salvaguardar estos colchones de seguridad.
El Fondo dijo en primavera a las autoridades nacionales que gastaran lo necesario pero que guardaran la factura. Seis meses después, reiteran en esta teoría. Incluso, les pide que, para no descarrilar vencimientos de deuda soberana a medio plazo, “precisarán incrementar con principios de progresividad, sus presiones fiscales, mientras eliminan gastos innecesarios o superfluos”. Por otro lado, se están creando hojas de ruta en dirección a un patrón de crecimiento mucho más dinámico, igualitario y sostenible” en el tiempo. Con programas de defensa simultáneo del Covid-19 y del cambio climático. “Planes que eleven los umbrales de las infraestructuras verdes, aumentos graduales de los precios del carbón para la paulatina desaparición de esta fuente energética contaminantes, y su compensación con rentas a hogares, que hagan la transición al ciclo de negocios más competitiva”. Las inversiones en I+D y digitalización, en Sanidad y en Educación crearán, además, un crecimiento más inclusivo, recuerda el FMI.
